11 agosto 2019

EZEQUIEL 25-17 (Relato de una era sin smartphones)


Ezequiel tomó un taxi indicando la dirección del apartamento del centro donde habitaba hace un par de años. Había sido una suerte encontrar un espacio en el piso diecinueve de un moderno edificio en esa ciudad tan grande donde no conocía a nadie, donde nadie le importaba a nadie, y él importaba menos que cualquiera.

Tiempo después de la conversación con la mujer virtual –que en pocas horas sería muy real- tenía bastante tiempo para prepararse, así que después de una siesta reparadora decidió tomar un baño de burbujas y un vaso de ginebra en las rocas para calmar la ansiedad y el deseo que crecía exponencialmente con cada minuto.

Escuchando la 5º de Beethoven y sumergido hasta la barbilla imaginaba el sabor de la piel de su amiga. La conoció en uno de esos foros virtuales donde se comparten aficiones comunes y se gasta el tiempo que generalmente se usa para trabajar o dormir y desde entonces conversaban varias horas cada día.

Sugar_25_17 era su nickname en la web. Que dulce le pareció desde el comienzo, una mezcla vibrante de sensualidad ingenua e inteligencia aguda. Estaban por completar año y medio de amistad virtual, y después de muchos preparativos, ella vendría a la ciudad para al fin sublimar las fantasías de los últimos meses. Desde que planearon su encuentro Ezequiel difícilmente pensaba en otra cosa.

Cuando decidió que ya era suficiente tiempo para un baño, salió de la tina y comenzó a acicalarse concienzudamente, con la mujer siempre en su mente, contando ya las horas para recogerla en el aeropuerto.

Era un hombre metódico, por esa razón ascendió rápidamente en la compañía. Sin familia y sin otras responsabilidades que él mismo, había vertido todas sus energías en el trabajo y en algunas aficiones insulsas que para él lo eran todo. Casi nunca se le veía en las reuniones sociales, y de asistir, no permanecía más que el tiempo suficiente para ser visto por sus superiores, así que tenía fama de solitario e introvertido. Aunque realmente podría ser muy divertido, de ello daban fe sus amigos virtuales.

Llegado el momento salió del apartamento, y pensando en ella, tomó el taxi que habría de llevarlo al aeropuerto, perfumado, con su mejor traje y con la idea de comprarle algún regalo en aquella tienda junto al café de la zona comercial mientras aguardaba la llegada del vuelo.

Estuvo esperando durante un cuarto de hora hasta que vio aparecer el número en las pantallas azules, entonces se dirigió a la zona de desembarque con el regalo en la mano y una inquietud de emoción en el estómago. Veinte minutos más mientras la imaginaba mostrando su documentación en inmigración; Otros quince minutos, y comenzaron a salir los pasajeros de su vuelo; diez minutos más, y ya no salió nadie.

No sabía a quién preguntar así que se dirigió al ciber-café del aeropuerto. Tal vez ella había tomado otro avión, o tal vez tuvo algún percance, quizás él tomó mal los datos del avión. Estaba desesperado cuando accedió a su cuenta de correo electrónico. Se encontró con cinco e-mails nuevos. Uno era de ella.

"Querido Ezequiel me he pasado la última hora en la sala de espera del aeropuerto pensando en un buen motivo para ir a verte. No encuentro ninguno. Nuestra aventura virtual nunca podrá convertirse en algo real, lo dicen miles de kilómetros de separación. No tengo corazón para verte por tres días y marcharme después. Por eso he decidido no asistir a nuestra cita, por eso he decidido alejarme de tu rostro en la pantalla y de tus mensajes de imposible amor virtual. Cuídate. Sug."

Leyó el mensaje dos y tres veces, tratando de convencerse a sí mismo que estaba leyendo mal, que debía ser un error, tal vez una broma. Con desazón Ezequiel tiró el regalo en el cesto de basura más cercano y tomó un taxi a su vacío apartamento del centro. Al llegar llenó la tina con sus burbujas relajantes, como acostumbraba a hacer cada vez que se sentía triste y sirvió su acostumbrada ginebra, esta vez sin hielo.

Mientras la 5° de Beethoven iba llegando a su final en el reproductor, la sangre iba mezclándose con el agua en el tapete del baño.


2 corrientazos:

Sugar_25_17 dijo...

Querido Ezequiel,

Hace poco me contaron de ti. Sé que no has muerto, sé que esa sangre derramada no es más que tinta con la que dibujaste tu tristeza y melancolía, sé que aun digieres esas notas en do menor de la sinfonía 5ª y las pasas con un fuerte trago de ginebra, sé que siguen diciendo que eres un hombre solitario, austero e introvertido pero también sé que tus amigos virtuales dan fe de lo contrario. Hace poco me contaron de ti y por eso sé que aun sueñas.

Ahora te cuento de mí. Aún me sigue atormentando lo que no fue y pudo haber sido, aún me consume la melancolía de imaginarte tomando un baño de burbujas mientras los minutos de espera en el programa de mensajería instantánea se convierten en interminables horas de soledad y desesperanza por no saberte a mi lado. Aún te sigo adorando.

Aún puedo sentir en mis huesos las angustiosas e interminables horas de vuelo que viví de camino a tu ciudad. Aún te puedo imaginar un hombre galante con vestiduras finas caminando hacia la zona comercial de aquel lugar en busca de un obsequio que me lograse gustar, aún puedo ver en tu cara la desesperanza que tuviste al observar el correo electrónico que te envié minutos antes de que lo leyeras. Aún puedo sentir el aroma del perfume que dejaste impregnado en el paquete que, con angustia y desazón, tiraste al cesto de la basura de aquel lugar y… Aún sigo con miedo.

Sugar_25_17

PD: Mi vuelo saldrá a las 9:15 PM

Ale dijo...

Lo siento Sugar, lo siento mucho pero no he de ser amable en mi comentario, pues es verdad que ezequiel ha muerto, todo gracias a tu férrea cobardía y a tu amañada autocompasión, que es un real egoísmo. Y sí, ya no está más ni lo estará. Se ha ido para siempre.

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